viernes, 12 de julio de 2013

[Proyecto Occultus] Nº5: La Caja

Proyecto Occultus | N°5: La Caja.
Cuadrado Negro, óleo sobre lienzo de Kazimir Severinovich Malevich (1878-1879, Rusia)

La noche es tranquila, el hospital envuelto en un ambiente gris. Suena el teléfono alertando una emergencia, habrá acción esta fría noche. Llegan las ambulancias e inicia el tiempo para actuar, todos corren, todos gritan… al parecer fue un accidente automovilístico, veo pacientes con heridas leves pero uno en particular se encuentra en pésimas condiciones al parecer es el causante de todo. Sufre de múltiples heridas y pienso que no sobrevivirá, el pobre sujeto va a morir; él me mira directamente a los ojos y con sus últimas fuerzas  me señala un objeto con el que llego, una vieja caja. Después de eso el hombre fallece de inmediato, uno de los muchos pacientes que he visto morir en mi vida, intente salvar su vida de todas las formas posibles pero fue muy tarde, mi trabajo de poder salvarle la vida había terminado.

Después de que un paciente fallece subo al último piso del hospital para tomar aire fresco y reflexionar sobre lo frágil que es la vida. La muerte siempre la he conocido como un proceso que convive conmigo, algunas veces es necesario y detestable. Por mi cabeza pasan diversos momentos en los cuales he vencido a la muerte pero también cuando me ha derrotado. En mi cabeza suena una tonada armoniosa, hace que los malos recuerdos se alejen y relaja mi mente para volverme a concentrar en mi trabajo, la noche hasta ahora empieza.

La armoniosa melodía sigue en mi mente mientras vuelvo a entrar al hospital, pienso en cómo es posible que mi cerebro creara de la nada una canción tan perfecta y relajante. Pero mis pensamientos se detienen cuando llegando a la recepción observe que el personal del hospital en su totalidad estaba completamente detenido, todos hablaban de una hermosa tonada en sus cabezas. No era el único que escuchaba aquella música, no sonaba en los altavoces, ni provenía del exterior, la extraña música no tenía fin, era hermosa pero tenebrosa a la vez.

Decidí volver al sitio en donde estaba el cuerpo del hombre de la caja para desviar mi mente de ese fenómeno que ocurría en el hospital, el cuerpo estaba cubierto por una manta, cuando la retire observe un tatuaje en el brazo izquierdo, tenía escrito una frase algo extraña: “Y la música retara a la muerte, en un baile infernal.”. Fue un suceso extraño, pues cuando atendí al paciente ninguno vio ese tatuaje, en mis años de ejercer la medicina jamás me había ocurrido algo así.

La canción seguía en mi cabeza, algunos pacientes gritaban porque no aguantaban ese sonido en sus cabezas. Se escuchan disparos a las afueras del hospital, algunos habitantes llegan pidiendo ayuda para detener ese sonido que hasta los sordos escuchaban,  otros nos confirman que habían personas que se dispararon en la cabeza para detener la tortura musical. En el Hospital se vivía un ambiente de locura, muchos gritaban, lloraban y hasta se hacían daño en los oídos para cesar el sonido. Todo era inútil, la canción nunca cedía  y los médicos estábamos comenzando a impacientarnos.

El silencio domina el hospital cuando observamos los cuerpos de la morgue caminando lentamente hacia las personas de la recepción. Estábamos estupefactos porque fueron pacientes declarados oficialmente muertos, algunos por enfermedades graves que les impedía caminar pero ahí estaban de nuevo caminando, era imposible de creer, algunos enfermeros no salían del asombro y decidieron ayudar a los ex pacientes creyendo en un posible milagro de Dios. Pero la historia de resurrección se convirtió en una pesadilla en el momento en que los “muertos” empezaron atacar a todas las personas. En un instante lo que parecía ser una típica noche de emergencia en el hospital se transformó en un cuento de horror cuando los muertos vivientes mordían desesperadamente a la gente, atacaban en grupo mordiendo y despedazando miembros, era como sí los ex muertos trataran de comerse a las personas sanas.

No sabíamos que hacer en esta situación, pedimos ayuda al personal de seguridad pero fuimos testigo de la masacre de los guardias que vaciaron sus armas de fuego en los muertos vivientes sin que estos cayeran. La música sigue en mi cabeza y no puedo pensar con claridad, pero la misma me hace pensar que sin cabeza no hay cuerpo humano que resista estar de pie, era mi turno de hacer algo por sobrevivir y evitar que continuara esta pesadilla. Los malditos se acercaban a mí y a mis compañeros, era necesario usar la violencia contra estos organismos que no respondían a amenazas e intimidaciones, por eso un hacha de emergencia en la pared fue el instrumento perfecto para hacer volar por los aires  la cabeza de uno de ellos derramando sangre por todas partes.

Mis compañeros asombrados por el acto de violencia entienden que es la única forma de sobrevivir a esto, algunos siguen mi ejemplo de cortar cabezas, somos médicos que hemos observado impresionantes cirugías, hemos usado instrumentos corto punzante, el método no nos incomoda de ninguna manera pero los muertos vivientes aumentaban. Las víctimas de la recepción volvieron a la vida para ser parte de esta maldición, aumenta los muertos y aumenta los seres come carne, algunos insisten en enfrentar la plaga pero terminan siendo parte de ella. Amigos y compañeros caen en las garras putrefactas de la muerte,  la música sigue en mi cabeza, solo veo sangre, mutilaciones y órganos en el suelo, escucho los gritos desesperados de los que sufren la tortuosa muerte en manos de estos seres. El pánico no me deja sostener el hacha, el miedo por sufrir de una muerte lenta y dolorosa me hace huir del lugar.

Escapo corriendo de una muerte segura, el panorama en todo el hospital es el mismo cuando subo las escaleras y observo en cada piso: personas muriendo, sangre por todos lados, muertos vivientes comiendo humanos, personas pidiendo ayuda… la música sigue en mi cabeza, y siento una extraña sensación de que me guía a un lugar en particular. Termino en la sala en donde fue intervenido el hombre de la caja, los muertos vivientes se acercan al sitio en donde me encuentro. Es imposible huir de esta pesadilla y procedo a encerrarme para intentar sobrevivir y protegerme,  pasa el tiempo, escucho como los muertos golpean la puerta para tratar de entrar, observo por la ventana cientos de muertos caminando por las calles, observo como algunos sobrevivientes deciden suicidarse lanzándose de los edificios.

Pasan las horas, estoy sentado contra una pared esperando el momento en que mi vida tendrá su fatídico final. La música sigue en mi cabeza, la banda sonora de una pesadilla ya no me parece horripilante,  es el preludio de mi muerte, de mi suicidio. Mi curiosidad despierta cuando observo las pertenencias del hombre de la caja, había dinero, algunas medicinas y un arma de fuego, objetos perfectos para poder acabar con mi existencia pero lo más interesante de todo era la caja. Era brillante y con algunos grabados desconocidos, parecía una pieza bastante costosa. A mis espaldas escucho ruidos extraños, en mi afán por protegerme del peligro nunca me percaté de que me había encerrado con un cadáver; el cuerpo del hombre de la caja se levantó de repente, y sin previo aviso me ataca. Forcejeo y evito que el muerto viviente me muerda, el arma junto con las demás cosas están en el suelo, no puedo alcanzar el arma pero mi cuerpo responde al peligro y con todas mis fuerzas empujo al maldito lejos de mí, tomo el arma de fuego y disparo en la cabeza, tres veces fueron suficientes para que el cadáver no volviera a levantarse.

Luego de unos minutos los muertos vivientes logran tumbar la puerta que obstaculice con muebles y camas, estos objetos logra retrasarlos por unos momentos pero sabía que mi hora había llegado. Todas las medicinas fueron consumidas por mi organismo, dispare unas cuantas balas a los malditos monstruos, los maldije hasta que mi boca se secó, tome el arma y la apunte en mi cabeza, mi pesadilla terminaría cuando jalara el gatillo, pero no hubo fuego, no hubo ruido, no hubo muerte, el arma no funciono.

Los muertos vivientes se acercaban lentamente destruyendo los obstáculos, en ese instante por fortuna la caja brillante cae en mis manos. De repente su brillo desaparece, los muertos vivientes dejan de moverse y caen al suelo, la música se detiene y la pesadilla termina. En mi brazo izquierdo aparece el tatuaje que tenía hombre de la caja, reviso el arma de fuego y con asombro observo que está cargada y funcional, entonces fue cuando comprendí que la caja había escogido a su nuevo dueño, me convertí en el guardián de una caja antigua capaz de destruir el mundo con tal de encontrar al hombre indicado para que cuide de ella. El hombre que trate de salvar de la muerte era su antiguo dueño, su muerte inicio la tonada de la muerte, en todo el mundo se alzaron los muertos para acabar con todos los vivos y la sociedad que conocíamos.

La música ya no suena en mi cabeza, pero sé que algún día la volveré a escuchar cuando esté muerto. Como médico siempre combatía a la muerte, ahora cargo con ella, soy su guardián y el único capaz de evitar un Apocalipsis Zombi. No sufro de enfermedades, sobrevivo en accidentes mortales, las balas evitan mi cuerpo; ella decide mi destino, decide mi muerte y el día en que la música retará a la muerte en un nuevo baile infernal.

FIN

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