Proyecto Occultus | N°5: La Caja.
Cuadrado Negro, óleo sobre lienzo de Kazimir Severinovich Malevich (1878-1879, Rusia) |
La noche es tranquila, el
hospital envuelto en un ambiente gris. Suena el teléfono alertando una
emergencia, habrá acción esta fría noche. Llegan las ambulancias e inicia el
tiempo para actuar, todos corren, todos gritan… al parecer fue un accidente
automovilístico, veo pacientes con heridas leves pero uno en particular se
encuentra en pésimas condiciones al parecer es el causante de todo. Sufre de
múltiples heridas y pienso que no sobrevivirá, el pobre sujeto va a morir; él
me mira directamente a los ojos y con sus últimas fuerzas me señala un objeto con el que llego, una
vieja caja. Después de eso el hombre fallece de inmediato, uno de los muchos
pacientes que he visto morir en mi vida, intente salvar su vida de todas las
formas posibles pero fue muy tarde, mi trabajo de poder salvarle la vida
había terminado.
Después de que un paciente
fallece subo al último piso del hospital para tomar aire fresco y reflexionar
sobre lo frágil que es la vida. La muerte siempre la he conocido como un
proceso que convive conmigo, algunas veces es necesario y detestable. Por mi
cabeza pasan diversos momentos en los cuales he vencido a la muerte pero
también cuando me ha derrotado. En mi cabeza suena una tonada armoniosa, hace
que los malos recuerdos se alejen y relaja mi mente para volverme a concentrar
en mi trabajo, la noche hasta ahora empieza.
La armoniosa melodía sigue en mi mente mientras vuelvo a entrar al hospital, pienso en cómo es posible que mi cerebro creara de la nada una canción tan perfecta y relajante. Pero mis pensamientos se detienen cuando llegando a la recepción observe que el personal del hospital en su totalidad estaba completamente detenido, todos hablaban de una hermosa tonada en sus cabezas. No era el único que escuchaba aquella música, no sonaba en los altavoces, ni provenía del exterior, la extraña música no tenía fin, era hermosa pero tenebrosa a la vez.
Decidí volver al sitio en donde
estaba el cuerpo del hombre de la caja para desviar mi mente de ese fenómeno
que ocurría en el hospital, el cuerpo estaba cubierto por una manta, cuando la
retire observe un tatuaje en el brazo izquierdo, tenía escrito una frase algo
extraña: “Y la música retara a la muerte, en un baile infernal.”. Fue un suceso
extraño, pues cuando atendí al paciente ninguno vio ese tatuaje, en mis años de
ejercer la medicina jamás me había ocurrido algo así.
La canción seguía en mi cabeza,
algunos pacientes gritaban porque no aguantaban ese sonido en sus cabezas. Se
escuchan disparos a las afueras del hospital, algunos habitantes llegan
pidiendo ayuda para detener ese sonido que hasta los sordos escuchaban, otros nos confirman que habían personas que
se dispararon en la cabeza para detener la tortura musical. En el Hospital se
vivía un ambiente de locura, muchos gritaban, lloraban y hasta se hacían daño
en los oídos para cesar el sonido. Todo era inútil, la canción nunca cedía y los médicos estábamos comenzando a
impacientarnos.
El silencio domina el hospital
cuando observamos los cuerpos de la morgue caminando lentamente hacia las
personas de la recepción. Estábamos estupefactos porque fueron pacientes
declarados oficialmente muertos, algunos por enfermedades graves que les
impedía caminar pero ahí estaban de nuevo caminando, era imposible de creer,
algunos enfermeros no salían del asombro y decidieron ayudar a los ex pacientes
creyendo en un posible milagro de Dios. Pero la historia de resurrección se
convirtió en una pesadilla en el momento en que los “muertos” empezaron atacar
a todas las personas. En un instante lo que parecía ser una típica noche de
emergencia en el hospital se transformó en un cuento de horror cuando los
muertos vivientes mordían desesperadamente a la gente, atacaban en grupo
mordiendo y despedazando miembros, era como sí los ex muertos trataran de
comerse a las personas sanas.
No sabíamos que hacer en esta
situación, pedimos ayuda al personal de seguridad pero fuimos testigo de la
masacre de los guardias que vaciaron sus armas de fuego en los muertos
vivientes sin que estos cayeran. La música sigue en mi cabeza y no puedo pensar
con claridad, pero la misma me hace pensar que sin cabeza no hay cuerpo humano
que resista estar de pie, era mi turno de hacer algo por sobrevivir y evitar
que continuara esta pesadilla. Los malditos se acercaban a mí y a mis compañeros,
era necesario usar la violencia contra estos organismos que no respondían a
amenazas e intimidaciones, por eso un hacha de emergencia en la pared fue el
instrumento perfecto para hacer volar por los aires la cabeza de uno de ellos derramando sangre
por todas partes.
Mis compañeros asombrados por el
acto de violencia entienden que es la única forma de sobrevivir a esto, algunos
siguen mi ejemplo de cortar cabezas, somos médicos que hemos observado
impresionantes cirugías, hemos usado instrumentos corto punzante, el método no
nos incomoda de ninguna manera pero los muertos vivientes aumentaban. Las
víctimas de la recepción volvieron a la vida para ser parte de esta maldición,
aumenta los muertos y aumenta los seres come carne, algunos insisten en enfrentar
la plaga pero terminan siendo parte de ella. Amigos y compañeros caen en las
garras putrefactas de la muerte, la
música sigue en mi cabeza, solo veo sangre, mutilaciones y órganos en el suelo,
escucho los gritos desesperados de los que sufren la tortuosa muerte en manos
de estos seres. El pánico no me deja sostener el hacha, el miedo por sufrir de
una muerte lenta y dolorosa me hace huir del lugar.
Escapo corriendo de una muerte
segura, el panorama en todo el hospital es el mismo cuando subo las escaleras y
observo en cada piso: personas muriendo, sangre por todos lados, muertos
vivientes comiendo humanos, personas pidiendo ayuda… la música sigue en mi
cabeza, y siento una extraña sensación de que me guía a un lugar en particular.
Termino en la sala en donde fue intervenido el hombre de la caja, los muertos
vivientes se acercan al sitio en donde me encuentro. Es imposible huir de esta
pesadilla y procedo a encerrarme para intentar sobrevivir y protegerme, pasa el tiempo, escucho como los muertos
golpean la puerta para tratar de entrar, observo por la ventana cientos de
muertos caminando por las calles, observo como algunos sobrevivientes deciden
suicidarse lanzándose de los edificios.
Pasan las horas, estoy sentado
contra una pared esperando el momento en que mi vida tendrá su fatídico final.
La música sigue en mi cabeza, la banda sonora de una pesadilla ya no me parece
horripilante, es el preludio de mi
muerte, de mi suicidio. Mi curiosidad despierta cuando observo las pertenencias
del hombre de la caja, había dinero, algunas medicinas y un arma de fuego,
objetos perfectos para poder acabar con mi existencia pero lo más interesante
de todo era la caja. Era brillante y con algunos grabados desconocidos, parecía
una pieza bastante costosa. A mis espaldas escucho ruidos extraños, en mi afán
por protegerme del peligro nunca me percaté de que me había encerrado con un
cadáver; el cuerpo del hombre de la caja se levantó de repente, y sin previo
aviso me ataca. Forcejeo y evito que el muerto viviente me muerda, el arma
junto con las demás cosas están en el suelo, no puedo alcanzar el arma pero mi
cuerpo responde al peligro y con todas mis fuerzas empujo al maldito lejos de
mí, tomo el arma de fuego y disparo en la cabeza, tres veces fueron suficientes
para que el cadáver no volviera a levantarse.
Luego de unos minutos los muertos
vivientes logran tumbar la puerta que obstaculice con muebles y camas, estos
objetos logra retrasarlos por unos momentos pero sabía que mi hora había
llegado. Todas las medicinas fueron consumidas por mi organismo, dispare unas
cuantas balas a los malditos monstruos, los maldije hasta que mi boca se secó,
tome el arma y la apunte en mi cabeza, mi pesadilla terminaría cuando jalara el
gatillo, pero no hubo fuego, no hubo ruido, no hubo muerte, el arma no
funciono.
Los muertos vivientes se
acercaban lentamente destruyendo los obstáculos, en ese instante por fortuna la
caja brillante cae en mis manos. De repente su brillo desaparece, los muertos
vivientes dejan de moverse y caen al suelo, la música se detiene y la pesadilla
termina. En mi brazo izquierdo aparece el tatuaje que tenía hombre de la caja,
reviso el arma de fuego y con asombro observo que está cargada y funcional,
entonces fue cuando comprendí que la caja había escogido a su nuevo dueño, me
convertí en el guardián de una caja antigua capaz de destruir el mundo con tal
de encontrar al hombre indicado para que cuide de ella. El hombre que trate de
salvar de la muerte era su antiguo dueño, su muerte inicio la tonada de la
muerte, en todo el mundo se alzaron los muertos para acabar con todos los vivos
y la sociedad que conocíamos.
La música ya no suena en mi
cabeza, pero sé que algún día la volveré a escuchar cuando esté muerto. Como
médico siempre combatía a la muerte, ahora cargo con ella, soy su guardián y el
único capaz de evitar un Apocalipsis Zombi. No sufro de enfermedades,
sobrevivo en accidentes mortales, las balas evitan mi cuerpo; ella decide mi
destino, decide mi muerte y el día en que la música retará a la muerte en un nuevo baile infernal.
FIN
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